¿Cómo es la vida dentro de una prisión? Seamos honestos, no tenemos idea. Ni Prison Break ni Orange Is The New Black sirven para hacernos una real idea de las historias que ocurren dentro de estos recintos.
Aunque la violencia que emerge en estos lugares es real, también lo son miles de historias tan cotidianas como la búsqueda de un compañero de habitación, los problemas que surgen en las relaciones de pareja a distancia, tener mascotas o dejarse influir por malas compañías. Son historias que nos hablan, sin negar la responsabilidad por errores del pasado, de la humanidad que subsiste en un lugar diseñado para enclaustrarla.
Este es el objetivo de Ear Hustle, un podcast ideado, producido, grabado y protagonizado por presidiarios de una de las cárceles más icónicas de Estados Unidos. ¿Te interesa lo que tienen que decir?
La Prisión Estatal de San Quentin, en el estado de California, tiene una fama que va más allá de ser la prisión más antigua del estado.
Por San Quentin han pasado innumerables asesinos seriales, violadores y terroristas, algunos de ellos tan reconocibles como Charles Manson. También la prisión es conocida por su corredor de la muerte, el más largo del país con más de 700 reclusos esperando la sentencia final (aunque la última ejecución data de hace una década).
Su estatus de legendario recinto lo lleva incluso a la cultura pop, al ser mencionado frecuentemente en videojuegos, novelas y películas. Algunos cineastas incluso han grabado escenas dentro del recinto.
Pese a servir como una especie de arquetipo de cárcel de máxima seguridad, San Quentin alberga hoy mayormente presos de Nivel 1 y 2, es decir, seguridad mínima o baja. Esto permite que muchos de sus cerca de 4 mil reclusos participen en programas y talleres, donde pueden desarrollar habilidades y aprender oficios que hacen más fácil su vida privada de libertad, además de servir como plataforma una vez que estén libres.
Entre los muchos voluntarios que ofrecen parte de su tiempo libre en programas de la cárcel, destaca Nigel Poor, profesora de fotografía y artista visual que realiza voluntariados en San Quentin desde 2011. Su objetivo como artista es “explorar formas en las que las personas pueden dejar su marca”, según su perfil en el Museo de Arte Moderno de San Francisco.
Y en la cárcel se encontró con muchas historias dignas de contar, de una población que normalmente no tiene oportunidad de hacerlo.
Luego de probar varios medios como video-documentales y segmentos radiales, la artista encontró en los podcasts la suficiente libertad para contar piezas narrativas más largas y sencillas de grabar, dadas las limitaciones de espacio y tiempo que impone el ritmo de la cárcel.
Se asoció con los presos Earlonne Woods y Antwan William, y juntos crearon Ear Hustle (“escuchar a escondidas”, en el vocabulario carcelario), un podcast bimensual que aborda distintas temáticas, guiado por las voces de Poor y Woods y complementado con entrevistas a internos, como también grabaciones “en crudo” de conversaciones de patio. Todo se hace dentro de San Quentin.
El resultado: el primer podcast 100% hecho en prisión, es tan interesante como tu serie carcelaria favorita, pero 100% real.
La mejor forma de explicar la dinámica de este proyecto, es relatar lo que sucede en uno de sus episodios. Cada uno aborda una temática específica, siendo el primero la búsqueda de un “cellie” o compañero de celda.
El primer relato que escuchamos es el de Ron Self, un ex-marine condenado por intento de asesinato que viene transferido de la dura Prisión Estatal de California. En la recepción (Receiving and Release o R&R) de San Quentin conoce a un tipo llamado Duck. "Este tipo es malvado”, dice, “Me cagué de miedo. Todo el tiempo que estuve en R&R sentí que este tipo me quería matar”. Ron finalmente es llevado a un pasillo donde le asignan una celda. Dentro de ella estaba Duck. “Esos 6 meses se sintieron como 60 años”, agrega.
La historia queda suspendida para dar paso a Woods y Poor, quienes hablan sobre cómo son las celdas de San Quentin y por qué importa tener “química” con tu compañero de celda. La artista, como a lo largo de todo el podcast, pone la voz “desde afuera”, haciendo las preguntas que uno mismo haría, mientras que Woods es quien explica. Así aprendemos, por ejemplo, que si dos presos se ponen de acuerdo, pueden pedirle a un oficial compartir una celda.
Luego se da paso a otra historia: dos hermanos que tuvieron la “suerte” de estar encerrados al mismo tiempo y que realizan esta petición a su oficial. “Una de las cosas que más extrañas en la cárcel es tu familia, así que el hecho de tener a tu familia contigo es una sensación agridulce, pero igual dulce”, dice uno de ellos.
Pero las cosas no se dan como pensaban. A uno le encanta ver telenovelas y al otro le molesta porque el sonido le recuerda a episodios de violencia intrafamiliar de su niñez, así que decide protestar dejando de ducharse. “En un espacio tan chico, Nigel, los olores son algo muy importante”, añade Woods.
Los problemas siguen entre los hermanos, y al final llegan a la conclusión de que, pese a ser hermanos, simplemente no son compatibles como compañeros de celda.
Woods luego explica cómo uno debe buscar a un potencial compañero. “Pero cómo te acercas a él, cómo le haces la pregunta”, cuestiona Poor. “¿Cómo lo cortejas?”, responde Woods riendo.
Este es un ejemplo de la mezcla no solo de realidades (Poor representando a la “gente libre” y los internos su contraparte), sino también de tonos, algo que se ve ayudado por la buena química entre los principales narradores. Se va de una experiencia traumática a una “talla” de forma muy fluida, representando a la vez la realidad de la cárcel: un lugar duro que alberga gente que ha cometido errores, pero no por eso desprovista de humanidad.
El podcast cierra con un regreso a la historia de Ron Self quien, debido a su etnicidad y a un problema de salud, logró tener una celda individual, un lujo. “Me permite conectarme conmigo mismo. Puedo volver allí, cerrar la puerta y llorar. Muchas personas no pueden y no podrán hacer eso porque simplemente no hay tiempo para estar solo aquí, nunca te dejan solo. Estás rodeado por 900 personas todo el rato. Tener una celda solo, aunque sea por poco tiempo, es como tener unas pequeñas vacaciones”. Así termina el primer capítulo de este podcast que ya acumula millones de descargas.
¿Narran también los hechos más terribles? Sí.
El segundo episodio relata la historia de cómo uno de los presos terminó allí por matar a un miembro de una pandilla rival. El relato tipo racconto le da otra dimensión al podcast, recordándonos que cada persona detrás de las rejas es más que un traje o un número en el sistema carcelario: es una historia de vida con altos y bajos, muchos de los cuáles son comparables a los de cualquier otra persona. “Todo lo que pasa en prisión, pasa afuera”, dice Poor.
Pero el podcast también cuida de en ningún momento minimizar los actos que llevaron a estas personas a estar donde están. “Hemos causado un desgarro en el universo que nunca se podrá arreglarse", dice Williams, quien se encarga del diseño de sonido del show. "Pero eso nos da una obligación, una responsabilidad, para asegurarnos de que, aquí adelante, demostrar que realmente entendemos dónde estuvo nuestro error".
“No puedes cambiar los factores de tu caso”, dice a su vez Woods en uno de los episodios, “lo único que puedes hacer es seguir adelante con tu vida y dar lo mejor que tienes para convertirte en una persona diferente”.
El show cuenta con el apoyo de PRX, una distribuidora de podcasts, con quien han acordado una temporada de 10 episodios. Ser seleccionados por PRX, recuerda Williams, fue “uno de los momentos más bonitos de mi vida. Fue como, hombre, hay valor en nosotros”.
Para Williams, de 29 años, la aventura podría durar poco. Su condena de 15 años está pronta a terminar y piensa encontrar un trabajo donde desarrollar las habilidades que ha aprendido en el pequeño estudio de San Quentin.
“Vienes aquí, haces tu trabajo y te pierdes en ello. Es casi como un pedazo de libertad justo aquí en la prisión”, dice Williams, expresando la importancia que ha tenido el programa en su vida.
Aunque todavía no hay acuerdos sobre una segunda temporada, ni las ganas ni el material en bruto faltan: son miles de historias encadenadas las que podrían liberarse gracias a Ear Hustle. Incluso guardias se han acercado a los creadores con temas que les gustaría discutir. Uno dijo tener una muy divertida historia sobre colonoscopias.